Sunset

La magia de las cosas simples

Los atardeceres siempre me han encantado. Es un momento del día único, donde los colores son la gran magia. Es algo muy simple, que está ahí cada día, pero que por alguna razón lo hacemos muy pocas veces. ¿Cuántas veces has visto un atardecer? ¿Qué porcentaje de días en tu vida has visto uno?

Sunset

Junto con el amanecer son los únicos momentos en que el sol se deja observar directamente sin dañar nuestros ojos. Por ahí decían, “en el atardecer, puedes mirar a dios a los ojos”.

Siempre recuerdo de un momento mágico que viví. Estaba acostado en el pasto, mi cabeza la tenía hacia un lado, y vi como un saltamontes hacía un salto vertical y me miraba directamente. Lo hizo unas 3 o 4 veces. No sé cómo ven los saltamontes, no sé si me habrá visto realmente o si habrá entendido que era otro ser. Pero yo lo vi, y aunque parece simple, fue un momento muy intenso en que realmente siento que ambos nos mirábamos con la misma curiosidad por el otro. Otro momento de este tipo que atesoro en mi corazón y alma es un momento en Dinamarca, en que luego de caminar por un bosque llegué a un terreno plantado completamente de trigo. El baile de los pastizales junto al viento son un momento de placer visual que permanece constante en el recuerdo.

Hace un tiempo le escribí una carta a mi abuela, donde dentro de muchas cosas, le agradecía por un sándwich que me hizo cuando era niño. Tenía no más de 7 años, y recuerdo haber llegado a una ciudad de Chile con mucha hambre. Ella me hizo un pan con mantequilla y jamón, que aunque han pasado casi 25 años, aún lo recuerdo como el sándwich más rico que he comido.

Mi hermana siempre recuerda unos palitos para comer que le regaló un amigo coreano cuando se fue a estudiar a Chicago, ya que después se cambió a San Francisco, y por distintas razones no tenía cubiertos para comer. Un regalo muy barato, pero que se convirtió en algo muy significativo, de mucho valor ya que le hizo recordarlo en cada comida.

Mi papá siempre se ha maravillado de que si a un niño le haces un regalo en una caja, siempre jugará y le pondrá más atención a la caja, que al mismo regalo. Él mismo, al preguntarle sobre algún momento simple que le haya marcado, me contó de un día muy frío en que llegó a la casa y vio que una persona con un carretón, estaba durmiendo en la plaza frente a nuestra casa. Recuerda como le hizo un té con un sándwich y se lo fue a dejar. Él aunque recibió lo que mi papá le entregaba, no le dio las gracias ni le dijo absolutamente nada, pero mi papá sintió que a pesar de lo poco, pudo ayudarlo con un poco de calor, de energía para continuar su viaje, y eso fue muy gratificante. Lo interesante de esta situación es que yo recuerdo ese momento, y obviamente influyó positivamente en quién soy hoy en día. Un acto simple, que probablemente no significó mucho para aquella persona, pero que para nosotros sigue vivo también 25 años después. Esto llama justamente a hacer cosas que ayuden a otros, cosas simples, ya que nos ayudan también, en nuestra felicidad.

Mi mamá me contaba maravillada de lo libre que se sintió en su viaje a Europa, cuando se perdió caminando por las calles de España. Un sentimiento que hemos tenido todos los que hemos estado lejos, en que el simple hecho de tomar conciencia de lo lejos que estamos, de lo diferente que puede ser lo que nos rodea, nos hace sentir vivos, de manera muy intensa y difícil de explicar a quién no lo ha vivido, un sentimiento de libertad único.

Los invitamos a dejar en los comentarios algún momento que consideren simple, pero lleno de magia e intensidad.

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