Asalto en Taganga

La Historia de Cómo nos Asaltaron en Colombia, en medio de nuestro viaje de México a Chile por Tierra.

Luego de unos increíbles días en el Tayrona, acampando a pocos metros de la playa y rodeado de una naturaleza increíble, partimos rumbo a Taganga, una pequeña ciudad cercana a Santa Marta y dónde nos dijeron que había muy buenas playas y sectores para caminar y recorrer.

Cuando íbamos en el bus, a pocos minutos de llegar a la ciudad, nos encontramos con un argentino muy buena onda, que nos contó que vivía ahí y que le gusta mucho la ciudad. Nos contó también que lo habían asaltado días atrás, y nos mostró los parches que le había dejado las puntadas de los tipos con cuchillo en el estómago. Nos dijo que en tres meses no le pasó nada pero que dos días atrás le había pasado eso, así que que había tener cuidado.

Al bajarnos, ya era tarde, pero aún quedaban algunos minutos de sol. Nos dimos cuenta que nuestro hostal quedaba a unos 20 minutos, así que nos dispusimos a caminar. La ciudad se veía pequeñita, con gente que no prestaba mucha atención pero a la vez con casas bastante rústicas. La primera impresión nos encantó, pero aún seguíamos sin sacarnos la historia de este argentino de la cabeza.

Al llegar, tuvimos que esperar por la pieza, y mientras esperábamos preguntamos en la recepción sobre la seguridad del lugar y si era realmente peligroso. La chica nos dijo que había que tener los mismos cuidados que en cualquier parte y que básicamente si evitábamos salir hasta muy entrada la noche, no deberíamos tener problema.

Esa noche nos acostamos algo cansados, pero más tranquilos después de lo que nos había dicho la recepcionista.

Al día siguiente, nos levantamos temprano para recorrer, tomamos un jugo en el carro de una señora, y hablamos largo rato mientras nos preparaba el jugo. También le preguntamos sobre la seguridad, y nos dijo que si evitábamos la noche, no tendríamos problema.

Taganga es un pueblo muy pequeñito, que se conecta con muchas playas a su alrededor a través de senderos, donde luego de caminar unos 10 minutos se llega a otra playa, y así sucesivamente en varias playas. Se podían tomar lanchas para transportarse de una playa a la otra, pero consideramos que si podíamos llegar en 15 minutos caminando, no tenía mucho sentido. Como ya somos expertos caminantes nos dispusimos a recorrer lo más posible.

Al cabo de unos 15 minutos caminando, bajamos a una playa y nos encontramos con unas uruguayas que habíamos conocido días antes en el Tayrona. Nos quedamos conversando un rato, y luego de un rato, ellas se fueron. Disfrutamos unos minutos en el agua, nos secamos y partimos con la idea de seguir el recorrido. Al subir a retomar el sendero, un tipo se nos acerca y le dice a Gery algo de una culebra. No le entendimos muy bien pero lo tomamos como una broma y seguimos el camino.

Llegamos a la playa siguiente, y un grupo de pescadores nos dijo que no podíamos estar en esa playa, que era de ellos. Nosotros lo encontramos bastante absurdo pero no quisimos tener problemas y continuamos a la siguiente. Nos bañamos por largo rato y cuando eran algo así como las 3 pm, ya estábamos algo cansados y quisimos volver para comer algo.

Como venía de la playa iba caminando con short, sandalias y una mochila con todo incluyendo la polera.

Empezamos a volver, cruzamos la playa de los pescadores, y al pasar sentimos que los pescadores hablaban de nosotros mientras nos acercábamos a ellos. Era necesario hacerlo para seguir el camino, así que no prestamos atención y continuamos.

Al llegar al punto dónde el tipo nos había dicho lo de la culebra, sale este tipo, con un machete en la mano, con la cara descubierta y me pide que entregue todo. Obviamente al ver esto, se la paso, mientras al mismo tiempo veía como otro tipo, también con machete y con la cara cubierta hacía lo mismo con Gery. El tipo empezó a decir que subiéramos al cerro, y obviamente muchas cosas empezaron a pasar por mi cabeza. Si evidentemente les había pasado todo, qué más podían querer? En un principio me rehusé, pidiendo que se calmaran. Su respuesta era acercarme el machete a sólo cms de mi cuello y hacer como que me lo iba a enterrar. Aún recuerdo sus ojos, unos ojos llenos de ira y de energía, muy intensos que aunque no me intimidaban, me daban la sensación de que era capaz de cualquier cosa. En eso, Gery al ver esto se acerca desde mi espalda, y entre llanto y grito le pide que por favor no me haga nada, que le iba a dar un infarto, que por favor se calmaran.

Empezamos a subir, yo todo el tiempo caminando de espalda hacia la cima, pidiéndole al tipo que se calmara y le insistía con preguntar qué quería. Seguímos subiendo por un rato, yo mirando hacia abajo, Gery detrás mío con el tipo de cara tapada detrás de ella y el tipo de cara descubierta mirándome de frente con el machete. En mi cabeza pasaba lo peor, sentía que tarde o temprano iba a tener que enfrentarlos y quizás era mejor hacerlo en ese momento. A esas alturas ya estábamos bastante alto, así que me rehusé a seguir subiendo, tomé a Gery de la mano, y nos agachamos ambos hacia el piso. Le dije que no seguiríamos subiendo y volví a insistir con qué quería.

El tipo me mira, abre la mochila, saca un gorro que andábamos trayendo y lo tira. “Los traje hasta aquí, porque quiero devolverles su pasaporte y sus documentos”. Creo que fue uno de los alivios más grandes que he tenido. Realmente me venía imaginando lo peor. Pensaba enfrentarlos cuando tenía cero posibilidades de ganar y 50% de probabilidades de terminar partido en dos. Ya sabía la historia del Argentino, era lógico que si necesitaban lo iban a hacer.

Nosotros no andábamos con los pasaportes, ni siquiera con celulares, así que insistimos en que se fueran que no necesitábamos que nos devolvieran nada. Pero ellos insistían con revisar cada cosa que había en la mochila, como si necesitaran devolvernos algo. Andábamos con una GoPro, y al verla, le se me ocurrió pedirle por favor que nos devuelva la memoria, que teníamos fotos de un viaje largo y que no queríamos perderlas. El tipo, aunque con dificultades logró abrir la cámara, y darme la memoria.

Gery al ver esto, empezó a decirle al tipo “amigo, amigo. Ya pues, devuélvame la cámara, amigo por favor, qué le cuesta” Era realmente lo único valioso que traíamos por lo que me pareció algo ingenuo, y al final no nos devolvieron la cámara, pero les juro por dios que lo pensaron.

Al terminar con este ritual, el tipo nos dice que nos vayamos corriendo, que venía otro grupo y que teníamos que desaparecer. Gery le dice que le compraba la cámara, que no teníamos dinero con nosotros, pero que si le decía dónde se la podíamos pagar. El tipo nos pidió un monto, que no recuerdo ahora pero bastante menos que el precio de la cámara y le dice a Gery que nos teníamos que juntar a las 20 hrs “en el puente”, así que teníamos un lugar dónde atraparlos.

Nos fuimos caminando rápidamente hasta el pueblo y al llegar lo primero que hicimos fue ir a la policía. La verdad es que mucha importancia no nos dieron. En un momento apareció otro tipo que le había pasado lo mismo el día anterior pero que él los había enfrentado.

Gery estaba muy molesta, así que insistía con que debía dejar una denuncia. Nos tuvieron esperando largo rato, hasta que nos llevaron a una comisaría. Nos hicieron reconocer a los tipos que nos habían asaltado, pero las fotos era del tipo en una fiesta, fumando, bastante poco profesional bajo nuestro juicio, pero sabían que era el tipo que habíamos identificado, así que no había mucha opción a duda. Nos hicieron esperar otro rato, hasta que llegaron dos tipos, vestidos de civil, y nos preguntaron qué había pasado. Mientras le contábamos, hizo callar a un tipo que estaba en una celda atrás de nosotros. No nos habíamos dado cuenta de eso, pero el pueblo era muy pequeño, y uno de los tipos en una celda sabía exactamente lo que estábamos diciendo. De ahí en adelante, yo me quería ir. Gery seguía insistiendo, hasta que en un momento uno de los policías de civil se ofreció a llevarnos a Santa Marta para hacer la denuncia. A estas alturas, ya eran las 6 de la tarde, iba a oscurecer pronto, no me daban ninguna seguridad los tipos, y nos dijeron que no nos traerían de vuelta, sería un viaje solo de ida. Gery quería ir, pero le pedí por favor que fuéramos otro día. Al final, teníamos que quedarnos otra noche en esa ciudad igual.

La opción de encontrarse en el puente no era posible, porque la policía al parecer no sabía cuál era el puente.

Al irnos de la comisaría, me sentía muy extraño, sentía que la gente nos miraba, como si supieran quienes eramos y que no querían que estuviésemos ahí. Sin darle mucha importancia y con la urgencia de llegar al hostal, nos fuimos lo más rápido posible.

Al llegar, contamos a nuestros amigos y familiares, nos desahogamos un poco, y fuimos a comer. Le contamos la historia al dueño del hostal y se lamentó mucho. Luego ofreció recuperarnos la cámara porque podía hablar con su padrino que era un pescador y que podía recuperar la cámara si pagábamos por ella. Nos pareció una falta de respeto, pero a esas alturas ya entendíamos cómo funcionaban las cosas ahí y que básicamente no podíamos confiar en nadie. Esa noche, cuando llegamos a nuestra habitación, buscamos lo que decía tripadvisor, y nos dimos cuenta que había muchos casos similares, que ese método de asalto lo llevaban usando desde hace más de 3 años, donde había algunas que decían que las tuvieron hasta que amaneció en el cerro.

Unos dos días después, fuimos a hacer la denuncia y al llegar, el tipo de la entrada nos dijo que no se podía hacer la denuncia presencial y que debía hacerse por internet. Lo cual desató por supuesto nuestra ira. Por otro lado, dónde nos llevarían los policías, si no era posible hacer la denuncia? Ellos tampoco sabían? Las cosas se empezaron a poner más extrañas.

Luego, unos 15 minutos después, estábamos dentro de una tienda, conversando frente a frente con Gery, cuando atrás de ella, a través de la vitrina que daba a la calle, veo a una mujer morena con un vestido rojo que para, me mira a los ojos, me levanta el dedo del medio mientras me sonríe y luego sigue caminando. Nos estaban siguiendo? Era solo una mala coincidencia? No lo sé.

Hasta ese momento, dentro de todo me sentía siempre calmado, pero después de ver eso, no estuve tranquilo hasta 2 semanas después que por fin dejamos Colombia. Fue una experiencia nueva, estando en tierra de nadie, dónde realmente nos sentimos totalmente vulnerables, pasados a llevar y terminamos con un trauma que nos impidió disfrutar de parte de lo que quedaba del viaje y que nos hizo incluso dudar de si seguir viajando. Aún así, en total, fue un viaje de 6 meses entre México y Chile por tierra, y esta experiencia duró solo unos 45 minutos. Después de todo, es parte del riesgo. Está ahí, puede pasar, puede pasarte viajando, o incluso estando en tu casa.

Al final, estas cosas nos hacen tener una mejor perspectiva acerca de las cosas, de valorar lo que se tiene y entender que todo puede cambiar de un momento a otro. Al final, llegó un punto en que agradecimos lo que nos pasó, ya nos sentíamos inmortales, y a veces es necesario algo de fragilidad para mantenerse en equilibrio y ser realmente felices.

Esta es la última foto que nos sacamos con esa cámara.

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